La última novela de Han Kang, “No nos separamos”, es una exploración profunda de la amistad, el trauma histórico y el impacto duradero de la memoria. Tras sus aclamadas obras como “La vegetariana” y “Actos humanos”, esta novela se adentra en el tumultuoso pasado de Corea, entrelazando narrativas personales con la historia colectiva.
Visión general de la historia
La historia se centra en Kyungha, una novelista que recibe un mensaje urgente de su amiga, Inseon, quien ha sido hospitalizada debido a un accidente. Inseon le ruega a Kyungha que viaje a su casa en la isla de Jeju para cuidar de su mascota, el pájaro Ama. A pesar de una fuerte tormenta de nieve, Kyungha se embarca en este viaje, sorteando condiciones peligrosas para cumplir con el pedido de su amiga. Al llegar, se enfrenta no solo a la tarea inmediata que tiene por delante, sino también a la inquietante historia de la masacre de Jeju de 1948, donde murieron miles de civiles. A medida que Kyungha profundiza, los límites entre la realidad y la memoria se difuminan, lo que la lleva a enfrentarse a fantasmas tanto personales como colectivos.
Temas y simbolismo
Han Kang entrelaza con maestría los temas del sufrimiento, la resiliencia y el poder de la memoria a lo largo de la narración. La persistente nevada es un símbolo multifacético que representa tanto el borrado como la preservación de la historia. Como se señala en una reseña de The Guardian, las imágenes de nieve y colores apagados de la novela contrastan marcadamente con los rojos que representan la violencia y la muerte, lo que resalta la tensión entre la belleza y la brutalidad.
La novela también profundiza en el concepto de conexión y separación. El título, “We Do Not Part”, refleja los vínculos duraderos entre las personas y la presencia persistente de traumas pasados. A medida que Kyungha recorre su viaje, se encuentra con diversas manifestaciones de estos temas, lo que provoca reflexiones sobre la naturaleza de la memoria y la importancia de dar testimonio.

Estructura y estilo narrativo
Dividida en tres partes (El pájaro, La noche y La llama), la novela pasa de una narración aparentemente sencilla a una exploración onírica de la memoria y la realidad. En la sección inicial, el viaje de Kyungha a Jeju se describe con meticulosa atención a los detalles, conectando al lector con su experiencia física y emocional. A medida que avanza la historia, la narración se vuelve cada vez más fragmentada, reflejando la desorientación interna de Kyungha y la naturaleza esquiva de la memoria.
La prosa de Han es a la vez poética y precisa, y capta la belleza efímera de los paisajes nevados mientras se adentra en las profundidades del sufrimiento humano. Una reseña de Kirkus Reviews destaca la “tranquila complejidad de la prosa de la autora”, en particular en sus descripciones de la nieve, que sirven como motivo recurrente a lo largo de la novela.
Contexto histórico
La masacre de Jeju de 1948 sirve de contexto histórico para la novela, una tragedia que provocó la muerte de miles de civiles. Este acontecimiento, que a menudo se pasa por alto en las narrativas históricas convencionales, cobra protagonismo a medida que Kyungha descubre testimonios y documentos que detallan las atrocidades. A través de esta exploración, Han Kang enfatiza la importancia de recordar y reconocer los traumas del pasado para comprender su impacto duradero en el presente.
Formación del Carácter
El personaje de Kyungha está elaborado de forma intrincada, y sus luchas personales reflejan el sufrimiento colectivo de una nación. Su viaje no es solo físico, sino también una odisea emocional y psicológica, en la que se enfrenta a recuerdos reprimidos y al peso de la culpa histórica. Inseon, aunque está físicamente ausente durante gran parte de la narración, ejerce una influencia significativa, ya que representa las conexiones duraderas que trascienden el tiempo y el espacio.
Recepción de la crítica
“We Do Not Part” ha recibido elogios de la crítica por su profunda exploración de temas complejos y su prosa lírica. El Financial Times elogia la novela como “la historia de Han Kang sobre un hilo dorado de amistad”, destacando su meditación sobre los efectos de la historia, la crueldad y la resiliencia de la humanidad. De manera similar, The Atlantic elogia la capacidad de Han para entrelazar narrativas personales con contextos históricos más amplios, creando una narrativa que es a la vez íntima y expansiva.
Conclusión
En “No nos separamos”, Han Kang ofrece una conmovedora meditación sobre la memoria, el trauma y los vínculos duraderos de la amistad. A través de su prosa evocativa y su intrincada estructura narrativa, invita a los lectores a confrontar las sombras de la historia y a considerar las formas en que el pasado continúa moldeando nuestro presente.
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