La tercera y última entrega de la franquicia "Venom", Veneno: El último baile, intenta cerrar la caótica saga de Eddie Brock (Tom Hardy) y su compañero simbiótico Venom. Dirigida por Kelly Marcel, quien asume la silla del director después de coescribir las entregas anteriores, la película lucha por encontrar un equilibrio entre el humor, la acción y una conclusión satisfactoria. Si bien hay momentos de comedia absurda que los fanáticos pueden disfrutar, la película en última instancia se siente como una mezcla desigual de ideas, lo que deja al público preguntándose si esta última entrega era realmente necesaria.
Un viaje por carretera lleno de absurdo y humor
Desde el principio, Veneno: El último baile se propone duplicar el humor y la relación poco convencional entre Eddie y Venom, inclinándose fuertemente hacia una dinámica de comedia de amigos. La película no rehúye de los escenarios extravagantes, ya sea Eddie y Venom haciendo autostop con una familia hippie inspirada en los años 70 o participando en un extraño baile al ritmo de "Dancing Queen" de ABBA en un casino de Las Vegas. Estas escenas agregan una capa de absurdo que intenta establecer The Last Dance A diferencia de otras películas de superhéroes, a veces parece que la película se esfuerza demasiado por ser peculiar y divertida.
El viaje por carretera lleva al dúo a través de páramos yermos y a través de algunas de las paradas más inesperadas, incluido un momento musical en el que Rhys Ifans, como un entusiasta de los ovnis, canta "Space Oddity". Si bien estos segmentos están pensados para ser humorísticos, a menudo interrumpen el ritmo de la película, lo que dificulta que los espectadores se mantengan interesados en la trama.
El regreso de Knull y la búsqueda del códice
En el otro extremo del espectro, The Last Dance Presenta a Knull, un villano primordial con grandes planes cósmicos. La presentación de Knull, que se muestra brevemente en la secuencia de apertura de la película, recuerda a una escena de fantasía oscura sacada directamente de Elden RingSin embargo, su papel en la película sigue estando decepcionantemente poco desarrollado. Knull, retratado con una amenaza siniestra, ha estado encarcelado durante años, pero busca la libertad a través de un artefacto conocido como el Códice, que reside dentro de Venom. La película insinúa la posibilidad de un enfrentamiento cósmico, pero el tiempo en pantalla de Knull es mínimo, lo que reduce lo que podría haber sido un conflicto épico a una subtrama olvidable.
El Codex funciona como un recurso argumental que desencadena el caos, ya que envía señales a las criaturas de Knull cada vez que Eddie se transforma en Venom. Sin embargo, incluso con esta premisa, lo que está en juego nunca alcanza el nivel de intensidad que uno podría esperar. En cambio, la película se basa en ritmos cómicos, con el comentario sarcástico del extraterrestre a menudo ocupando el centro del escenario, dejando que la amenaza general parezca más un ruido de fondo.
La actuación de bajo consumo de energía de Tom Hardy
Tom Hardy, conocido por aportar una energía caótica y maníaca a Eddie Brock, parece haberla bajado para esta última entrega. Eddie pasa la mayor parte de la película lidiando con una neblina parecida a la de la resaca, murmurando a lo largo de las escenas como si estuviera tan cansado del papel como su personaje del simbionte que vive en su cabeza. La representación, que alguna vez fue vibrante, de Hardy ahora parece apagada, lo que podría haber sido una elección artística para reflejar el agotamiento de Eddie, pero también le quita a la película el espíritu animado que ayudó a sostener las películas anteriores.
Si bien la expresión inexpresiva de Hardy alguna vez fue el encanto de la franquicia, The Last Dance Esta vez, la película lucha por hacerla funcionar. Le falta la energía que hizo que la primera Veneno Una película sorprendentemente divertida, que en cambio da la sensación de estar deambulando de un chiste a otro, sin un propósito claro.
Una trama inconexa y una acción poco memorable
La trama en The Last Dance La trama es inconexa, con subtramas que no encajan bien entre sí. Ya sean los intentos de Eddie de huir a Nueva York, sus encuentros con un equipo de científicos en el Área 51 o las vagas amenazas que plantean los Xenófagos de Knull, la historia salta de una escena a otra sin mucha coherencia. Las secuencias de acción, aunque visualmente atractivas, no dejan una impresión duradera debido a la falta de una base narrativa sólida.
Uno de los elementos más frustrantes de la película es su dependencia de la acción sin consecuencias. Las escenas saltan rápidamente, confundiendo la velocidad con la eficiencia narrativa. En una ocasión, un Xenophage aparece de la nada para atacar a Eddie y Venom en pleno vuelo, lo que crea una secuencia que parece apresurada y extraña. Si bien son visualmente impactantes, estos momentos no logran transmitir ninguna sensación real de peligro o tensión, lo que disminuye el impacto de la supuesta amenaza de Knull.
El veredicto: una mezcla de comedia, caos y amenazas cósmicas
Al final, Veneno: El último baile El objetivo de la película es concluir la trilogía con una mezcla de humor absurdo y acción caótica, pero su tono desigual y sus hilos argumentales poco desarrollados la dejan dando tumbos hasta la línea de meta. El debut como director de Kelly Marcel es audaz, pero el ritmo inconsistente de la película y la falta de enfoque narrativo obstaculizan su potencial. Los elementos cómicos, aunque a veces entretenidos, a menudo eclipsan los riesgos más serios, dejando al público indeciso entre reírse o tomarse la trama en serio.
Para los fans de la serie, The Last Dance Puede que ofrezca algunos momentos divertidos y referencias a las películas anteriores. Sin embargo, es difícil ignorar la sensación de que esta última entrega parece más una ocurrencia de último momento que un gran final. Si esperas una conclusión satisfactoria para la historia de Eddie y Venom, es posible que te sientas decepcionado. The Last Dance Sirve como recordatorio de que, si bien las películas de Venom han sido divertidas, también han sido marcadores de posición en el universo más amplio del cómic, llenos de sarcasmo y CGI, pero carentes de la profundidad para hacerlas verdaderamente memorables.
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