Los libros tienen el poder de moldear nuestros pensamientos, inspirarnos, desafiarnos e incluso transformar nuestra propia comprensión del mundo. La famosa cita de Sir Francis Bacon, “Algunos libros deben ser saboreados, otros devorados, pero solo unos pocos deben ser masticados y digeridos a fondo”, captura la esencia de cómo los diferentes tipos de libros nos impactan de manera diferente. Cada libro ofrece su propio sabor único, y la forma en que lo abordamos puede variar según su profundidad, el tema y nuestras propias necesidades personales en ese momento.
Esta cita, rica en metáforas, nos enseña que no todos los libros requieren el mismo nivel de atención o compromiso. Nos proporciona un marco para clasificar la literatura y nos da una idea de cómo debemos abordar la lectura. En este blog, analizaremos los significados ocultos detrás de esta cita, exploraremos su relevancia en el mundo acelerado de hoy y entenderemos cómo aplicarla a nuestros hábitos de lectura.
El significado oculto detrás de la metáfora
1. Libros de cata: Los libros del ocio
Cuando Bacon habla de “degustar” libros, se refiere a esas lecturas ligeras que nos proporcionan un breve entretenimiento o una rápida dosis de información. Son los libros que elegimos para relajarnos, para escapar de la realidad por un rato o simplemente para disfrutar de la experiencia superficial de la lectura. Estos libros suelen ser de ficción (novelas románticas, novelas de suspense o novelas de misterio acogedoras) o tal vez una obra breve de no ficción que nos da algo en qué pensar sin exigir una profunda dedicación.
Probar libros es como probar un plato en un bufé. Lo saboreas momentáneamente, pero no necesariamente te comprometes a comerlo entero. Estos son libros que pueden no dejar un impacto duradero, pero cumplen una función en el momento. No están pensados para ser analizados en exceso o evaluados críticamente. Los tomas, los disfrutas y sigues adelante.
Algunos ejemplos de libros “probados” de este tipo podrían ser:
- Una lectura ligera y veraniega para la playa.
- Una novela de misterio con giros que te mantienen interesado pero no te desafían intelectualmente.
- Un libro motivacional que ofrece inspiración pero no requiere una contemplación profunda.
2. Devorando libros: lecturas inmersivas
Cuando Bacon habla de libros “devoradores”, se refiere a aquellos libros que nos atrapan con tanta fuerza que no podemos soltarlos. Son los libros que nos consumen tanto como nosotros los consumimos a ellos. Los leemos rápidamente, a menudo de una sentada, no porque sean ligeros, sino porque nos atrapan y no nos sueltan hasta que hemos absorbido todo lo que tienen para ofrecer.
Devorar un libro es como perderse en su mundo. Puede ser una novela atrapante con una trama poderosa o una obra de no ficción emocionante que nos cautive. Estos son los libros que terminamos rápidamente pero que nos dejan con ganas de más. Si bien es posible que no requieran una reflexión extensa, aún resuenan en nosotros a nivel emocional o intelectual.
Los libros que se devoran suelen ser aquellos que tienen una trama muy interesante, con narrativas cautivadoras o ideas atrapantes. Por ejemplo:
- Una novela de suspenso o fantasía atrapante donde la historia te atrapa.
- Una biografía que revela profundidades inesperadas sobre un individuo fascinante.
- Un poderoso libro de autoayuda que ofrece una perspectiva transformadora de la vida.
3. Masticar y digerir libros: las verdaderas obras maestras
La última parte de la cita, “sólo unos pocos deben masticarse y digerirse completamente”, habla de los raros libros que exigen tiempo, paciencia y profunda contemplación. Son libros tan ricos en ideas, conceptos y sabiduría que requieren una lectura lenta y reflexiva. No se puede leer estas obras a toda prisa. Requieren que se las lea, se las vuelva a leer y se reflexione sobre sus significados más profundos.
“Masticar y digerir” un libro es involucrarse con él a un nivel profundo. Son libros que desafían nuestro pensamiento, amplían nuestra comprensión del mundo y nos acompañan durante toda la vida. A menudo, son obras complejas de literatura, filosofía o ciencia que no se pueden entender completamente de una sola vez. Ofrecen nuevas perspectivas cada vez que regresamos a ellos y su significado crece a medida que maduramos como lectores.
Entre los libros que merecen ser “masticados y digeridos” se encuentran a menudo:
- Literatura clásica como la de Tolstoi. Guerra y Paz o de James Joyce Ulises.
- Obras filosóficas como la de Platón La República o de Nietzsche Así habló Zarathustra.
- No ficción profundamente reflexiva como la de Viktor Frankl El hombre en busca de sentido o de Carl Sagan cosmos.
Estos libros requieren de una participación activa, de un pensamiento crítico y, a veces, de una investigación externa para comprender plenamente su importancia. A diferencia de los libros que simplemente se saborean o se devoran, el proceso de digestión de un libro implica una reflexión profunda, que puede conducir al crecimiento y la transformación personal.

Por qué algunos libros merecen una digestión minuciosa
Ciertos libros resuenan más profundamente con nuestras creencias fundamentales y nuestra visión del mundo. Son los libros que no sólo nos entretienen, sino que nos enseñan algo nuevo sobre la condición humana, la ética o la filosofía. Pueden ayudarnos a darle sentido a nuestras propias vidas o brindarnos respuestas a preguntas que llevamos mucho tiempo meditando.
Los libros que merecen una digestión profunda tienen capas de significado. No se limitan a lo que sucede en la historia, sino también a los temas, símbolos e ideas que impregnan el texto. Están abiertos a la interpretación y pueden dar lugar a debates o discusiones que duran años. Cuando digerimos estos libros, les permitimos que se conviertan en parte de nuestro marco intelectual, informando cómo pensamos y actuamos en el mundo.
El papel de la lectura en los tiempos modernos
En la vertiginosa era digital actual, donde la información abunda y el tiempo escasea, la cita de Bacon cobra aún más relevancia. Vivimos en una época en la que es fácil hojear libros, artículos y medios sin absorber por completo su contenido. Con los libros electrónicos, las redes sociales y los servicios de streaming a nuestro alcance, el acto de la lectura profunda y la reflexión a menudo quedan relegados.
La sabiduría de Bacon nos recuerda que no todos los contenidos merecen el mismo nivel de atención. Debemos ser selectivos en cuanto a lo que dedicamos a nuestro tiempo. Está perfectamente bien “probar” libros que ofrecen entretenimiento o educación ligera, pero deberíamos reservar espacio para las “obras maestras”, los libros que requieren una lectura lenta y deliberada.
Cómo aplicar la filosofía de Bacon a tus hábitos de lectura
¿Cómo podemos aplicar la filosofía de Bacon a nuestros propios hábitos de lectura? A continuación, se ofrecen algunos consejos:
- Sea selectivo con su lectura:No es necesario devorar o digerir todos los libros que se encuentran. Reconozca qué libros son para el ocio y cuáles merecen una lectura más profunda.
- Tómate tu tiempo con las obras maestras:Cuando te encuentres con un libro que ofrece ideas complejas o sabiduría profunda, no te apresures. Tómate el tiempo necesario para comprender plenamente su significado y sus implicaciones.
- Releer libros importantes:Las obras maestras suelen revelar nuevas capas de significado tras varias lecturas. No dudes en volver a leer un libro que te haya afectado profundamente en el pasado.
- Discutir y reflexionar:Los libros que se mastican y digieren a fondo suelen generar debates. Participe en conversaciones con otras personas o escriba sobre el libro para profundizar su comprensión.
Conclusión
La clasificación metafórica de los libros que hace Francis Bacon (aquellos que se deben saborear, devorar o masticar y digerir) nos brinda consejos atemporales sobre cómo abordar la lectura. No todos los libros requieren un análisis profundo, pero aquellos que sí lo requieren pueden ofrecer ideas profundas que moldean nuestra identidad. En un mundo inundado de información, la sabiduría de Bacon nos insta a ser conscientes de lo que consumimos, asegurándonos de involucrarnos profundamente con las obras que realmente importan. Después de todo, los libros que elegimos “digerir” moldean nuestra visión del mundo y, en última instancia, nuestras vidas.
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