La inteligencia artificial reemplazará a la inteligencia humana: Los expertos pronostican que implementar inteligencia artificial (IA) a una escala más amplia podría impulsar la economía mundial hasta en $15.7 billones para 2030 en un mercado donde los datos están transformando la forma en que las empresas crean valor y compiten. Numerosas personas piensan que, a medida que la IA transforme la forma en que operan las empresas, las corporaciones comenzarán a reemplazar a los trabajadores humanos con computadoras inteligentes. Las tecnologías inteligentes ya están reemplazando a los humanos en la fabricación, la prestación de servicios, la contratación y el sector financiero, lo que obliga a los trabajadores humanos a ocupar puestos con salarios más bajos o los deja desempleados. Algunos han llegado a la conclusión de que es posible que nuestra fuerza laboral ya no exista por completo en 2040 como resultado de esta tendencia.
Sin embargo, creemos que esta interpretación de cómo la IA afectará el lugar de trabajo es incorrecta. El tema de si la IA reemplazará a los empleados humanos supone que las dos especies comparten los mismos atributos y habilidades, pero esto no es cierto. Los sistemas basados en IA son más rápidos, más precisos y siempre racionales, pero carecen de intuición, emoción o sensibilidad cultural. Y son precisamente estas habilidades las que los seres humanos poseen y utilizan para tener éxito.
Inteligencia humana versus inteligencia artificial
La capacidad de las computadoras sofisticadas de hoy para aprender y hacer juicios basados en los datos que consumen generalmente lleva a los humanos a percibirlas como inteligentes. A pesar de que podemos percibir tal capacidad, en realidad poseemos un tipo de inteligencia muy diferente.
La IA se puede definir como una computadora que actúa o toma decisiones que parecen inteligentes.
AI imita cómo las personas actúan, sienten, hablan y toman decisiones de acuerdo con la filosofía de Alan Turing. Este tipo de inteligencia es muy útil en un entorno organizacional, ya que puede encontrar patrones de información que maximicen las tendencias relacionadas con el trabajo debido a su capacidad de imitación. Además, a diferencia de los humanos, la IA nunca se agota físicamente y seguirá funcionando mientras reciba datos.
Estas características hacen de la IA el candidato ideal para su uso en operaciones rutinarias repetidas de bajo nivel que ocurren dentro de sistemas de gestión cerrados. Las reglas del juego son muy claras y no se ven afectadas por fuerzas externas en dicho sistema. Considere una línea de montaje donde los trabajadores no se distraigan con solicitudes de otras fuentes, como reuniones en la oficina. Como ejemplo, considere la línea de montaje, donde Amazon puso algoritmos a cargo de administrar empleados humanos e incluso despedirlos. La IA puede realizar tareas con mayor precisión que los supervisores humanos porque son repetitivas y están sujetas a reglas estrictas que maximizan la producción.
Sin embargo, las capacidades humanas son más variadas.
Los humanos tienen la capacidad de visualizar, anticipar, sentir y juzgar las condiciones cambiantes, lo que les permite pasar de preocupaciones a corto plazo a largo plazo, en contraste con las habilidades de IA que simplemente responden a los hechos proporcionados. Estas habilidades son específicas de los humanos y, a diferencia de la inteligencia artificial, que depende de un flujo constante de datos desde el exterior del cuerpo para funcionar.
Desde esta perspectiva, las personas constituyen un tipo diferente de IA, o lo que llamaríamos inteligencia real. Cuando existen sistemas abiertos, se requiere este tipo de inteligencia. En un sistema de gestión abierto, el equipo u organización interactúa con el mundo exterior y, por lo tanto, debe controlar las influencias externas. En tal contexto, es necesario ser creativo para destilar una visión y un plan futuro y, al mismo tiempo, tener la capacidad de prever y lidiar con cosas como cambios rápidos e intercambio de información sesgada. Los sistemas abiertos siempre están en transición y se necesita inteligencia real para manejar este proceso de manera efectiva.
Aunque la Inteligencia Auténtica (referida aquí como AI2) y la Inteligencia Artificial (referida aquí como AI1) parecen oponerse entre sí, en realidad son complementarias. Ambos tipos de inteligencia ofrecen una gama de habilidades especializadas cuando se aplican a las empresas.
¿Qué habilidades se requieren para rendir al máximo, operacionalizadas como las capacidades requeridas para lograr los requisitos de desempeño? En primer lugar, es crucial enfatizar que si bien el talento puede ganar juegos, con frecuencia no gana campeonatos; en cambio, los equipos lo hacen. Por esta razón, creemos que el futuro del trabajo inteligente se creará mediante la combinación de las habilidades que se encuentran tanto en AI1 como en AI2, trabajando juntas. Producirá el tipo de inteligencia que permite a las empresas ser más precisas y eficientes, al mismo tiempo que innovadoras y proactivas. Esta forma adicional de IA se conoce como inteligencia aumentada (referida aquí como AI3).
La inteligencia aumentada es el tercer tipo de IA.
¿Qué ventajas tendrá AI3 sobre AI1 y AI2? El segundo autor de este artículo ofrece una perspectiva interesante porque, a pesar de ser conocido por sus victorias en campeonatos, también tiene la distinción de ser la primera persona en perder un juego competitivo contra una máquina. Garry Kasparov, un gran maestro del ajedrez, fue derrotado por el programa de supercomputadoras Deep Blue de IBM en 1997. Esto le hizo reconsiderar cómo el juego cerebral del ajedrez puede abordarse de manera diferente, no solo como un esfuerzo individual sino también grupal. Y después de la sorprendente victoria de Deep Blue, tomó la decisión de intentar trabajar con una IA.
En un partido en 1998 en León, España, Kasparov enfrentó al búlgaro Veselin Topalov, a quien había derrotado 4-0 un mes antes, en “ajedrez avanzado” con una computadora que ejecutaba el software de ajedrez de su elección. Esta vez, ambos jugadores contaron con la ayuda de la computadora y el juego terminó en un empate 3-3. El uso de una computadora parecía negar las ventajas estratégicas y de cálculo que Kasparov a menudo poseía sobre su oponente.
El concurso sirvió como un ejemplo crucial de cómo los humanos y la IA pueden colaborar. Después del juego, Kasparov comentó que usar una PC lo había ayudado a concentrarse más en la preparación estratégica mientras la computadora manejaba las matemáticas. Sin embargo, también dejó en claro que, en su opinión, los juegos no eran perfectos simplemente combinando al mejor jugador humano y la mejor PC. La fuerza de colaborar con una IA proviene de cómo la persona y la máquina se complementan, al igual que con los equipos humanos; emparejar a los jugadores más fuertes y las IA más potentes puede no dar siempre los mejores resultados.
Contrariamente a las proyecciones de suma cero de lo que la IA le haría a nuestra sociedad y organizaciones, la posibilidad que visualizamos es de enriquecimiento y colaboración. En cambio, consideramos que el aumento de la productividad y la automatización de tareas cognitivamente repetitivas son un beneficio en lugar de un peligro. Después de todo, cuando la nueva tecnología se implementa y desarrolla por primera vez, siempre tiene impactos disruptivos y, por lo general, no muestra su verdadero valor hasta mucho más tarde.
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